En Rosario, Mar del Plata, Bariloche, La Plata, Paraná y Córdoba los gritos de indignación se han ido unificando uno a uno: ¡NO al aumento del transporte público!; los argumentos fueron los mismos: “la calidad del servicio es pésima y las empresas no invierten sino que se embolsan los aumentos”.
El pésimo estado del transporte para el pueblo es de alcance nacional, tal vez el caso más grosero sea el de los trenes, que a principios de los `90 contaban con 36 mil kilómetros de vías en uso y en la actualidad –tras las privatizaciones menemistas- apenas con 14 mil kilómetros. Este medio no sólo ha empeorado en donde aún existe, sino que ha desaparecido para la mayor parte del país.
Los colectivos y los micros de larga distancia han ido ocupando la escena abandonada por el transporte ferroviario. Sin embargo, las empresas de colectivos son impunes a la hora de superexplotar a los choferes y de no cumplir con el necesario mantenimiento de las unidades, gozando además del privilegio de estar en uno de los pocos países del mundo que autorizan los micros de doble piso, que corren serios riesgos de volcar. Con las cosas así, los colectivos de larga distancia, que son la única alternativa para quienes no tienen el dinero para pagar un auto o un boleto de avión, son una peligrosa trampa mortal…
Un artículo referido al tema, de un importante matutino, titula:
En más de la mitad de los micros de larga distancia inspeccionados desde 2006 por el Ministerio de Trabajo se detectaron choferes “con exceso de trabajo y riesgo de agotamiento”.
Se aclarará en el desarrollo de la nota que “La Subsecretaría de Fiscalización Laboral, a cargo del doctor Guillermo Alonso Navone, inspeccionó 7.122 micros de media y larga distancia entre 2006 y 2008 y detectó infracciones en 4.198 casos, o sea, en el 58 por ciento de los colectivos revisados.”
(Crítica de la Argentina 11/03/08)
El mal estado del servicio de transporte no sólo arrastra consecuencias de grandes demoras y de incomodidad para el usuario, sino también graves probabilidades de ser víctimas de algún accidente fatal. Cuando a esto se suma los permanentes aumentos que aplican las empresas de transporte, la fórmula no sólo es peligrosa, sino también insoportable.
En Julio de éste año, en Rosario, el gobierno “socialista” autorizó un aumento del boleto, llevándolo de $1,20 a $1,60. Según publicó el 31/07 el diario “La Capital” de dicha ciudad: “En una jornada teñida por el caos se aprobó el aumento del boleto de transporte urbano a 1,60 peso. En el momento de la votación, en la que el oficialismo impuso su mayoría, miembros de la barra saltaron las vallas y hubo insultos, patadas y golpes en el recinto. La sesión no pudo continuar y el tumulto siguió afuera del edificio, con enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. Balas de goma, gases lacrimógenos y neumáticos quemados marcaron el clima de tensión que finalmente fue disipado.”
Pero en febrero, apenas cinco meses antes, en Córdoba, cuando los patrones del transporte y el Gobierno apuraban un aumento, la historia fue otra y los usuarios y trabajadores pudieron pararlos. Esto publicaba Clarín el 15/02: “Una batalla campal que dejó siete heridos leves y al menos dos detenidos frustró el aumento de boleto de transporte urbano que tenía en carpeta el Concejo Deliberante de esta ciudad. La intención del oficialismo, liderado por el intendente Daniel Giacomino, el sucesor de Luis Juez, era aumentar el pasaje de 1,20 a 1,60 pesos… Afuera la gente festejó y dijo sentirse "protagonista de una victoria". Es que el llamado "cospelazo" fue la chispa que se encendió cuando todo parecía decidido de antemano, casi un trámite administrativo a refrendar con la clásica mano en alto.
La tarde más agitada en lo que va de este año arrancó en la esquina de Humberto Primo y La Cañada cuando, cerca de las tres de la tarde y bajo un sol ardiente, comenzaron a llegar los ediles y fueron agredidos por unos cuatrocientos manifestantes: "Gente de izquierda y vecinos autoconvocados", según le dijo a Clarín la policía... Es que era una batalla anunciada en una ciudad cuyos ánimos vienen recalentándose desde que se anunció el aumento de un 33,3 por ciento del cospel: un motivo de indignación crónica de los cordobeses que padecen, desde hace unas tres intendencias, un transporte tan deficiente en la estructura de sus unidades, como en la frecuencia de sus coches, y en la precaria seguridad que ofrecen.”
¿Por qué oponernos a los aumentos, que siguen siendo una amenaza? Porque en todo el país el transporte es más un riesgo que un servicio. Los patrones del transporte no invierten y pretenden seguir enriqueciéndose con la excusa de que “no les alcanza”.
Cuando aumentaba el costo de alguno de los productos de la canasta familiar, el Gobierno nos recomendaba que no lo compráramos, y que reemplazáramos el producto encarecido por otro similar o que buscáramos precios más baratos en otro comercio. Pero... ¿podemos, por ejemplo, no viajar al trabajo o a nuestro lugar de estudios? La recomendación de no comprar lo que aumenta no cuenta para los medios de transporte… Los usuarios nos encontramos presos de la avaricia de los patrones y los gobiernos que los avalan.
El transporte público por otro lado, para quien no tiene la capacidad adquisitiva para tener uno propio, no es una elección: En el caso de los colectivos, pocas son las veces que uno puede elegir entre una línea u otra para llegar a destino, en las horas pico se puede superar fácilmente los 30 minutos de espera en la parada y la inmensa mayoría de las líneas no cumple con la frecuencia nocturna o el mantenimiento de las unidades que establece la ley. Gran parte de los barrios de la Capital no tienen acceso a los subtes, las obras para extenderlo están paradas y de extenderlas al Gran Buenos Aires ni se habla. El tren es un desastre y no sólo no existe para el usuario posibilidad de elegir entre una empresa u otra, sino que por el escaso mantenimiento de las vías, uno es rehén de los incumplimientos y suspensiones permanentes del “servicio”.
¿Podemos pararles la mano a los patrones del transporte? Sí podemos: los cordobeses con su triunfo contra el aumento de febrero nos marcaron el camino a seguir, el de la lucha. Ésta es una lucha por medio de la cuál podemos también empezar a pararle la mano al aumento permanente en el costo de vida. Debemos instalar, los de abajo, el debate sobre la necesidad de pararle la mano a la inflación porque el Gobierno no sólo no la combate, sino que la incentiva… y no contento con eso también intenta engañarnos, para mantener los salarios bajos, con el INDEK trucho.
COORDINADORA DE LUCHA POR EL TRANSPORTE
NO al BOLETAZO!
Por transporte público seguro, económico y de calidad
coordinadoradetransporte@yahoo.com.ar